Consecuencias de la ira según la Biblia
La Biblia dice que una de las emociones más destructivas es el enojo. Muchas relaciones en la Biblia fueron rotas por el enojo.
Claro, hay enojos que entran dentro de la normalidad y para Dios no son un pecado, por ejemplo: En el momento que Pablo reprende a Pedro (Gálatas 2:11-14).
También cuando el Señor se molestó con los que estaban vendiendo mercancías en el templo de Dios (Juan 2:13-16). En ambos casos fueron acontecimientos que no fueron en la carne.
El enojo no es una buena emoción. Durante muchos años, una enorme nube oscura de ira se cernía sobre mis relaciones con la familia, mis interacciones con los amigos y mi irritación con los extraños. Era muy pesado y cuando intentaba dejarlo pasar, sentía que no tenía control sobre él.
Hace aproximadamente 10 años fui liberado de esa ira que me controlaba. Durante un campamento de jóvenes Dios me hizo completamente libre.
Fue una experiencia única para mi porque me irritaba con facilidad. Tenía serios conflictos con muchas personas cercanas a mi. Sabía que el problema estaba en mi. Por lo que acudí a Dios para ser libre.
Luché con la ira durante muchos años y puedo hablarte de su poder destructivo y de la otra cara de la vida sin ella. De hecho, la Biblia dice mucho al respecto. Aquí hay diez cosas que la Biblia dice sobre la ira.
Personajes de la Biblia que se enojaron
Te mostraré a continuación varios personajes que se enojaron en la Biblia. Espero te sirvan para comprender bien los efectos devastadores del enojo.
He leído el comportamiento de varios personajes en la Biblia que se enojaron. Algunos lo hicieron con razones espirituales y otros lo hicieron en la carne.
El enojo de aquellos que actuaron según nos aconseja la Biblia tuvieron muy buenos resultados. Sin embargo, aquellos que no actuaron conforme al comportamiento que Dios nos dice fueron muy afectados.
Aquellos que se enojaron conforme a su concupiscencia sufrieron consecuencias con sus familias, amigos y con sus bienes materiales.
Enojos Justificables
Jacob (Génesis 31:36), Moisés (Éxodo 32:19), Sansón (Jueces 14:1, 19), Saúl (1 Samuel 11:6), Samuel (1 Samuel 15: 16-31), Jonatán (1 Samuel 20:34) y Jesucristo (Marcos 3:5).
Enojos injustificables
Caín – Génesis 49:5-7, Simeón y Leví – Génesis 49:5-7, Balam – Números 22:27-28, Saúl – 1 Samuel 20:30, Naamán – 2 Reyes 5:11-12, Asa – 2 Crónicas 16:10, Uzías – 2 Crónicas 26:19, Amán – Ester 3:5, Nabucodonosor – Daniel 3:13, Jonás – Jonás 4:1-9, Herodes – Mateo 2:16, Los judíos – Lucas 4:28, Concilio judío – Hechos 5:17.
Estos son los personajes bíblicos que actuaron con ira.
¿Cómo vencer la ira y el enojo según la Biblia?
– Las palabras pueden causar o quitar el enojo. (Proverbios 15:1).
Las palabras tienen un gran poder, y esto no es una excepción cuando se trata de la ira. Los proverbios nos dicen que las palabras suaves pueden quitar la ira y las palabras duras pueden despertar la ira.
En las conversaciones y situaciones tensas, tiene un poder tanto grande como débil para provocar o calmar la ira. Una sola palabra puede cambiar toda la atmósfera de la situación.
– El enojo puede llevar a la delincuencia.
La ira puede llevar a la delincuencia. Esto se debe a que cuando estamos enfadados, tendemos a perder la capacidad de pensar racionalmente. Cuando el pensamiento racional se desboca, los límites se vuelven frágiles y, por tanto, poco claros. Aquí es donde lo correcto y lo incorrecto se difuminan y el pecado entra en escena.
Moisés fue una de las pocas personas de la Biblia que pecó de ira. Cuando se levantó aquel día, no tenía intención de matar a los egipcios. Pero él pecó de ira.
Ten cuidado de no pecar de ira, de lo que te arrepentirás.
– Aléjate del enejo. (Salmo 37:8, Efesios 4:31, Proverbios 29:8)
Lo mejor es no enfadarse en primer lugar. Probablemente conozcas tus puntos gatillo, pero si no los conoces, averigua cuáles son.
Y aléjate de las situaciones en las que sabes que puedes desencadenarte. O, si sientes que la ira aumenta, abandona la situación. Intenta separarte del desencadenante de la ira, sea cual sea para ti.
Es posible que no siempre puedas evitar estos desencadenantes, pero si puedes, aléjate antes de que la ira se apodere de ti.
– No te sientas enfadado. (Efesios 4:26)
Podemos enfadarnos con nuestro cónyuge o con nuestros amigos. Cuando estamos enfadados, a veces tendemos a dejarnos llevar por nuestra ira o a no compartir nuestra frustración con la otra persona. Entonces nos atascamos y dejamos que se convierta en un problema mayor.
Si estás enfadado con alguien, la Biblia te anima a ir a esa persona y hablar con ella. Una confrontación sana te ayudará a lidiar con tu enfado y permitirá que la otra persona lo resuelva contigo.
– Si engañas a alguien, se enfadará contigo. (Eclesiastés 7:9; Proverbios 19:3; Proverbios 29:11).
En la Biblia, la ira se ve a menudo como algo que expresan los tontos. Esto se debe a que cuando perdemos la razón en la ira, perdemos nuestra sabiduría.
Podemos estar tan enfadados que no tomamos decisiones sabias y, en cambio, hacemos elecciones muy pobres. Estos momentos de arrebato nos hacen quedar mal y reflejan así nuestra estupidez.
– El enojo conduce a la división (Salmo 55:3; Proverbios 30:33; Proverbios 15:18).
¿Cuántas relaciones se han roto y quizás han quedado en ruinas a causa de la ira? Tiene el poder de crear grandes fisuras en las amistades, las familias y los lugares de trabajo.
Si eres lento para la ira, puedes resolver los conflictos con sabiduría y crear oportunidades para la armonía. No dejes que la ira te robe la unidad en ningún ámbito de tu vida.
– El enojo no sólo perjudica a los demás, sino también a uno mismo. (Génesis 49:7, Job 18:4)
Si crees que la ira sólo hace daño a los demás, te equivocas. La ira te hace tanto daño como a los demás. Nos hace aferrarnos a las cosas que nos alteran, preocupan y entristecen. Y te roba oportunidades de curación y perdón.
No dejes que la ira se apodere de ti y te robe las partes buenas de ti mismo.
– La justicia y el enojo son incompatibles. (Santiago 1:20)
Si buscas una vida justa, una vida dedicada a Dios, la ira no debe estar en tu corazón. Santiago nos dice que la ira no obra la justicia de Dios. Es como una estaca que hay que quitar de tu corazón si quieres tener plena intimidad con Dios.
– La confesión es un puente para sanar el enojo. (Proverbios 28:13, 1 Juan 1:9).
Si sufres de ira, elige el camino del arrepentimiento. Es decir, confesar lo que tienes en mente a Dios y también a la persona con la que estás enfadado.
Puede ser difícil confesarse, pero si puedes dejar de lado tu orgullo y sumergirte en la curación, ¡tu ira se liberará!
La ira puede ser una gran herramienta si se utiliza correctamente (Nehemías 5:6-7; Juan 2:13-18; Efesios 4:26).
No todo el enfado es malo; algunos enfados son correctos. Tanto Nehemías como Jesús experimentaron este tipo de ira.
La ira justa a veces puede conducir a un comportamiento saludable. La clave de la ira justa es que no conduce al pecado. Cuando la ira lleva al pecado, es algo malo.
Viniendo de alguien que ha luchado con la ira durante años, yo diría: evítalo, aléjate y déjalo pasar.
Dios te bendiga!!!
Fuente: Reina Valera 1960