¿Dónde Dice en la Biblia que Dios es Médico por Excelencia?

Dónde Dice en la Biblia que Dios es Médico por Excelencia

¿Dónde dice la Biblia que Dios es el médico por excelencia?

Dios nuestro medico por excelencia. Siempre he proclamado esta frase en los momentos críticos de enfermedad que he tenido que enfrentar. Incluso, con muchas personas por las que he orado, le he repetido la frase «Dios es tu médico por excelencia».

En la Biblia no se encuentra esa frase tan exacta. Pero si nos dice «Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.» Éxodo 15:26

¡Qué maravilloso es saber que nuestro Dios es nuestro sanador! Este versículo de Éxodo yo lo interpreto en la actualidad como «No importa las enfermedades incurables que diga la ciencia, yo soy tu sanador».

Es por esto que amo la frase «Dios es mi médico por excelencia». Porque sé que es verdad. Lo he visto sanando de cáncer, sida, parálisis, depresión, ansiedades graves, etc.

Podemos hacer un artículo super extenso hablando de todas las enfermedades que he visto a Dios sanando. No es que me lo han contado, es que lo he visto.

Es por esto y por todo lo que Dios ha hecho en mi vida, y en la vida de muchas amistades que tengo que sostengo esta frase para mi.

¿Qué significa médico por excelencia?

Cuando decimos que una persona es excelente en lo que hace, es porque ha alcanzado un nivel de prestigio en eso que hace. Por ejemplo, si vemos a Michael Jordan nos daremos cuenta que fue uno de los mejores jugadores de la historia de la NBA.

Cuando decimos que un médico es excelente, es porque lleva una trayectoria impecable con sus pacientes, y muchos de ellos tienen evidencia de esto.

Cuando un médico no tiene reputación, no tiene pacientes y por ende no tiene méritos de buen doctor. Nadie va a querer atenderse en un consultorio con él, mucho menos someterse a una cirugía.

Esto es lo que significa ser médico por excelencia, es llegar al máximo nivel de prestigio y tener una trayectoria donde los pacientes mismos garantizan su buen desempeño con la medicina.

Esto me hace recordar cuando enfrenté una depresión, hace dos años de eso. Recuerdo que tuve que caminar por varios especialistas de la salud mental.

Me suministraron medicamentos y tuve un proceso de internamiento por una semana en un centro de salud. Recuerdo muy bien que la especialista ya no sabía que hacer conmigo, pues los medicamentos no me sacaban de aquel abismo.

Hasta que encontré a un anciano de una iglesia. El anciano me presentó al medico por excelencia del que te hablo. Desde ese entonces, mi vida no ha sido igual.

Dios es nuestro médico por excelencia

Dios médico por excelencia. Me encantan los versículos y los pasajes en los que Dios le dijo a sus hijos que era su sanador. El mismo Cristo cuando vino a la tierra una de las señales de su ministerio eran las sanidades y los prodigios que hacía.

Dios le dice a Jeremías «He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?» Jeremías 32:27. Esta palabra Dios te la dice a ti también.

La mujer del flujo de sangre decía «porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva» Mateo 9:21. ¡Impresionante verdad!

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Respeto y estimo bastante a los especialistas de la salud. Todos los que he visitado para atender algún problema de salud les tengo un gran aprecio.

Pero hay situaciones que se le van de las manos. Porque como humanos son limitados, pero ¿Dios es limitado como ellos? NO.

Cuando nos encontramos en situaciones delicadas de salud o enfrentando una enfermedad que la ciencia y la medicina no ha podido enfrentar, Dios nos dice ¿habrá algo que sea difícil para mí?.

Esta mujer del flujo de sangre había recorrido varios especialistas de la salud. Me imagino que en los centros de salud la conocían muy bien.

En siendo especialistas, médicos con grandes títulos, todos los había visitado. Pero la enfermedad tenía las horas contadas cuando Cristo iba pasando por ese lugar.

Sé lo que se siente enfrentarse a enfermedades incurables o graves. En mi caso, la especialista que se encargaba de mi caso no encontraba la forma de darme la salida.

Pero eso terminó cuando Cristo Jesús pasó por aquella habitación de aquel centro de salud. Hoy soy una persona sana y salva por aquel que dijo en la cruz «Consumado es» Juan 19:30

Pedro tenía razón cuando dijo «quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.» 1 Pedro 2:24

No es una fantasía la que te digo, es real. Mi Dios puede sanarte de cualquier enfermedad. No importa su nombre o su nivel de mortalidad. Mi Dios sana y salva.

Dios es el médico por excelencia versículo

Éxodo 15:26
Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.

Éxodo 23:25
Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.

3 Juan 2
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.

Santiago 5:14-15
¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.

Mateo 8:7
Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.

Oseas 6:1
Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.

Salmos 30:2
Jehová Dios mío, a ti clamé, y me sanaste.

Jesús médico por excelencia versículos

Jeremías 33:6
He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad.

Jeremías 30:17
Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda.

Isaías 57:18
He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados;

Salmos 103:3-4
Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias;

Isaías 53:5
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

Salmos 147:3
Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.

Salmos 41:3-4
Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor; Mullirás toda su cama en su enfermedad. Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí; Sana mi alma, porque contra ti he pecado.

2 Reyes 20:5
Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.

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Deuteronomio 7:15
Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren.

Dios doctor de doctores

En la Biblia, encontramos referencias que nos muestran a Dios como el Dios doctor de doctores. A lo largo de las Escrituras, vemos cómo Dios se presenta como el sanador y médico por excelencia. En el libro de Éxodo, Dios se revela como «Yo soy el Señor, tu sanador» (Éxodo 15:26). Esta declaración muestra la naturaleza curativa y sanadora de Dios, quien tiene el poder de restaurar la salud y sanar enfermedades.

En el Nuevo Testamento, vemos a Jesús como la manifestación de Dios en la tierra. Jesús realizó numerosos milagros de sanidad durante su ministerio terrenal. Él sanó a los ciegos, los cojos, los leprosos y a muchas otras personas que sufrían de diversas enfermedades. Estos milagros demuestran que Jesús es el dios doctor de doctores, capaz de curar cualquier enfermedad y restaurar la salud.

Además de sanar físicamente, Dios también se preocupa por nuestra salud espiritual. En el Salmo 103, se nos dice que Dios perdona todas nuestras iniquidades y sana todas nuestras enfermedades. Esto muestra que Dios no solo se preocupa por nuestro bienestar físico, sino también por nuestro bienestar espiritual. Él tiene el poder de perdonar nuestros pecados y restaurar nuestra relación con Él.

En resumen, la Biblia nos muestra a Dios como el dios doctor de doctores. Él es el sanador y médico por excelencia, con el poder de curar cualquier enfermedad y restaurar nuestra salud. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, vemos cómo Dios se revela como el sanador de su pueblo. Además de sanar físicamente, Dios también se preocupa por nuestra salud espiritual, mostrando su amor y misericordia al perdonar nuestros pecados y sanar nuestras heridas espirituales.

Dios es el mejor doctor frases

Dios es el mejor doctor: A lo largo de la historia, se ha reconocido a Dios como el médico por excelencia. La Biblia nos enseña que él tiene el poder de sanar, tanto física como espiritualmente. En el libro de Éxodo, capítulo 15, versículo 26, encontramos una promesa de Dios a su pueblo: «Si escuchas atentamente la voz del Señor tu Dios, y haces lo que es recto delante de sus ojos, y prestas atención a sus mandamientos, y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié sobre los egipcios te enviaré, porque yo soy el Señor que te sana». Esta declaración deja en claro que Dios es nuestro sanador, nuestro médico divino.

El poder de la fe: En muchos pasajes de la Biblia, vemos cómo la fe en Dios puede traer sanidad. Jesús mismo realizó numerosos milagros de sanación durante su ministerio terrenal. En Mateo 9:22, una mujer que había sufrido de hemorragias durante doce años se acercó a Jesús con fe y tocó el borde de su manto, creyendo que sería sanada. Jesús le respondió: «Hija, ten confianza, tu fe te ha sanado». Este relato nos enseña que nuestra fe en Dios puede traer sanidad a nuestras vidas.

El propósito de la sanidad: Aunque Dios tiene el poder de sanar, es importante entender que su propósito va más allá de la curación física. Dios se preocupa por nuestra salud y bienestar, pero su mayor deseo es que conozcamos su amor y experimentemos su gracia. En Salmo 103:2-3, el salmista declara: «Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todas tus iniquidades, y sana todas tus enfermedades». Aquí vemos cómo la sanidad física y la sanidad espiritual van de la mano. Dios quiere que experimentemos su perdón y su sanidad en todos los aspectos de nuestras vidas.

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Confianza en el médico divino: Aunque buscamos la ayuda de médicos y profesionales de la salud, es importante recordar que Dios es el médico supremo. En Proverbios 3:5-8, se nos insta a confiar en el Señor con todo nuestro corazón y no apoyarnos en nuestro propio entendimiento. La Palabra de Dios nos asegura que si confiamos en él y le obedecemos, él enderezará nuestros caminos y sanará nuestros cuerpos. Aunque los tratamientos médicos son importantes, nuestra confianza debe estar puesta en Dios como el verdadero sanador.

Médico por excelencia Biblia

La Biblia nos revela en diferentes pasajes que Dios es el médico por excelencia. En el libro de Éxodo, capítulo 15, versículo 26, encontramos estas palabras: «Yo soy el Señor, tu sanador». Esta afirmación de Dios mismo nos muestra que Él es el único que puede sanar nuestras enfermedades y dolencias.

En el libro de Salmos, el rey David expresa en el Salmo 103, versículo 3, que Dios «es el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias». Aquí vemos que no solo Dios tiene el poder de sanar nuestras enfermedades físicas, sino también nuestras heridas emocionales y espirituales.

En el Nuevo Testamento, en el libro de Mateo, capítulo 9, versículo 35, se nos dice que Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Jesús, como el Hijo de Dios, demostró en su ministerio terrenal su poder como médico divino.

Además, en el libro de Santiago, capítulo 5, versículos 14-15, se nos instruye a llamar a los ancianos de la iglesia cuando estamos enfermos, para que oren por nosotros y nos unjan con aceite en el nombre del Señor. Estos versículos nos muestran que Dios no solo es el médico por excelencia, sino que también provee medios terrenales para la sanidad, como la oración y la intervención de líderes espirituales.

En resumen, la Biblia nos enseña que Dios es el médico por excelencia, capaz de sanar todas nuestras enfermedades y dolencias. Ya sea a través de su poder divino o mediante medios terrenales, Dios está dispuesto a sanarnos y cuidarnos. Al confiar en Él, podemos encontrar la plenitud de su sanidad y experimentar su amor y cuidado en todas las áreas de nuestra vida.

Dios es el mejor doctor

En la Biblia, encontramos numerosas referencias que nos revelan el carácter médico de Dios. A lo largo de las Escrituras, vemos cómo Dios se presenta como el médico por excelencia, capaz de sanar cualquier enfermedad y restaurar la salud y el bienestar de su pueblo.

En el libro de Éxodo, Dios se revela a sí mismo como «Yo soy el Señor que te sana» (Éxodo 15:26). Esta declaración poderosa muestra que Dios no solo tiene el poder de sanar, sino que también es la fuente misma de toda curación. Al reconocer a Dios como nuestro médico, podemos confiar en que Él tiene el poder y el conocimiento para sanar nuestras enfermedades y dolencias.

Además, en el libro de Salmos, encontramos versículos que enfatizan la habilidad de Dios para sanar nuestras enfermedades físicas y emocionales. Por ejemplo, el Salmo 103:3 nos dice: «Él perdona todas tus iniquidades y sana todas tus enfermedades». Esta promesa nos asegura que Dios no solo se preocupa por nuestra salud física, sino también por nuestra salud espiritual.

En el Nuevo Testamento, vemos cómo Jesús, el Hijo de Dios, cumplió muchas profecías del Antiguo Testamento al realizar milagros de sanación. Jesús no solo demostró que Dios es el médico por excelencia, sino que también nos mostró cómo debemos tratar a los enfermos y necesitados. A través de su ministerio terrenal, Jesús sanó a los ciegos, los cojos y los leprosos, demostrando cuánto se preocupa Dios por nuestra salud y bienestar.

En resumen, la Biblia nos enseña que Dios es el mejor doctor que podemos tener. Su amor y compasión por nosotros se manifiestan a través de su poder para sanar nuestras enfermedades y restaurar nuestra salud. Al confiar en Él y buscar su guía, podemos experimentar su poder sanador en nuestras vidas.

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2 Comments

  1. javier
    • Consejero Espiritual

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